Trayecto hacia el deseo by Miranda Lee

Trayecto hacia el deseo by Miranda Lee

autor:Miranda Lee
La lengua: spa
Format: epub
editor: Harlequin
publicado: 2015-02-13T00:00:00+00:00


Capítulo 13

Ben se despertó con el olor del beicon frito, y Jess no estaba en la cama con él. Diablos, la noche anterior había caído como un tronco. Y había dormido diez horas, descubrió asombrado al mirar el reloj. Y aunque lamentaba no haberse despertado, las largas horas de sueño habían hecho maravillas en él. Tenía el hombro un cien por cien mejor y se sentía de maravilla.

Se levantó de la cama de un salto y se metió en el baño. Tras una ducha rápida, se envolvió una toalla a la cintura y se dirigió a la cocina. Estaba deseando volver a ver a Jess. Cuando le dio los buenos días, ella se giró y los ojos se le iluminaron al verle.

–Estás muy guapo con esa toalla –le dijo sonriendo.

–Y tú estás preciosa con cualquier cosa –contestó Ben mirándola de arriba abajo.

Llevaba los mismos pantalones negros ajustados, pero la parte de arriba era distinta. Se había puesto un suéter sencillo de cuello redondo color verde brillante que casaba con su pelo oscuro y su piel aceitunada. No llevaba maquillaje y tenía el pelo recogido hacia arriba de modo informal, en un moño del que se le escapaban algunos mechones. Su falta de artificio no dejaba de asombrarle. Amber siempre estaba arreglada y con el pelo perfecto antes incluso de ducharse por la mañana.

Jess hacía que Amber pareciera tremendamente superficial y vana.

–Adulador –dijo ella riéndose antes de girarse otra vez hacia el horno.

–Eso huele muy bien –aseguró Ben colocándose detrás de ella y deslizándole las manos por la cintura.

Jess trató de no ponerse tensa al sentir su contacto, estaba decidida a actuar con naturalidad delante de él. Le había resultado difícil no quedarse mirando su hermoso cuerpo cuando entró en la cocina, pero lo había conseguido diciéndose que ninguna mujer sofisticada de Nueva York se lo quedaría mirando. Se movería aquella mañana con estilo y elegancia. No buscaría asegurarse de que quería algo más que sexo con ella. Sería amable y despreocupada, un poco coqueta pero no pesada.

Así que cuando Ben le puso la mano bajo la barbilla y le giró la cara hacia la suya, ocultó el pánico que sentía y dejó que la besara. Por suerte no fue un beso demasiado largo ni apasionado. Pero el corazón se le aceleró de todas maneras y la cabeza se le llenó de imágenes de Ben tirando todo lo que había en la mesa y tomándola allí mismo.

A él le brillaron los ojos cuando levantó la cabeza.

–Si ese beicon no está ya preparado –dijo–, te tomaré a ti de desayuno.

–¿Ah, sí? –respondió ella con total desenfado–. Tal vez yo tenga algo que decir al respecto.

La mirada de Ben indicaba que sabía que estaba lanzando un farol.

–Vamos, Jess, dejémonos de juegos esta mañana. Los dos sabemos que lo que compartimos anoche fue algo especial. Y muy adictivo. Pero tienes razón. Primero deberíamos comer.

–El moratón del hombro está mucho mejor –aseguró ella centrando otra vez la atención en el desayuno–. Cuando los moratones empiezan a adquirir todos los colores del arcoíris, normalmente significa que se están curando.



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